Globalización frente a regionalización: pros y contras
No se debe considerar a la globalización y la regionalización como fuerzas necesariamente opuestas, sino como tendencias complementarias
En el contexto económico global actual, y especialmente en los flujos logísticos y comerciales, dos tendencias dispares conviven: la globalización y la regionalización. Ambas reflejan enfoques distintos para gestionar las cadenas de suministro, afectando profundamente las relaciones comerciales entre empresas y países, pero también en los flujos de inversión, la producción industrial e incluso las políticas económicas de los estados.
Lo más importante es conocer cómo funcionan, su evolución reciente, cuáles son los pros y contras de ambas estrategias y las tendencias recientes.
Globalización: integración económica y cultural
La globalización es la tendencia económica imperante en los últimos decenios, hasta hace muy poco indiscutible. Detrás de ella, hay una gran interdependencia económica, pero también cultural, tecnológica e incluso en muchos casos, política. La globalización nació, creció y se consolidó gracias a los avances en comunicación y logística y en los últimos decenios la ha acelerado la tecnología.
El resultado es una mayor facilidad en la circulación de bienes, servicios y capitales, pero esa libertad es menor en el caso de las personas. La globalización favorece la reducción de costes, las economías de escala y un acceso amplio a los mercados internacionales. Esta influencia no es solo económica, también lo es cultural y social, transformando las sociedades y facilitando el intercambio de ideas.
En su definición están las principales ventajas:
• Reducción significativa en costes de producción, debido a la posibilidad de deslocalizar actividades hacia regiones con costes menores, particularmente en mano de obra y materias primas.
• Precios más bajos y accesibles para los consumidores en todo el mundo, lo que a su vez estimula el consumo y la actividad económica global.
• Acelera la innovación tecnológica y la transferencia internacional de conocimiento.
• Proporciona acceso a nuevas tecnologías y prácticas empresariales que pueden acelerar el desarrollo económico y mejorar los estándares de vida, especialmente en economías emergentes y en desarrollo.
La globalización ha sido principalmente criticada por supuestamente aumentar las desigualdades económicas. Sus detractores señalan que tiende a beneficiar principalmente a las economías avanzadas y a las grandes corporaciones multinacionales, ampliando la brecha de riqueza y dejando atrás a las economías menos preparadas para competir en el escenario global.
También el impacto ambiental que genera es mayor, ya que requiere transportar bienes alrededor del mundo constantemente, aumentando las emisiones de gases contaminantes y contribuyendo al calentamiento global.
Por último, la COVID-19 también sacó a la luz otra importante desventaja: la mayor vulnerabilidad ante crisis globales. Esta se produce porque en las cadenas globales de suministro, un problema en un punto específico puede desencadenar una crisis global.
Regionalización: apuesta por las economías locales y regionales
Este hecho ha llevado a que la regionalización haya ganado fuerza en algunas regiones o sectores como una alternativa estratégica atractiva. Este enfoque busca fortalecer las economías regionales mediante la creación y consolidación de cadenas de suministro más cortas y próximas, promoviendo con ello una mayor autosuficiencia local o regional.
Las ventajas de la regionalización se centran en la mayor capacidad de control de las cadenas de suministro a las que se unen los menores efectos negativos medioambientales y el énfasis al desarrollo local y regional:
• Ofrece mayor resiliencia ante crisis globales. Al depender menos de proveedores internacionales distantes, las regiones pueden responder con más rapidez y eficacia a eventos disruptivos, tales como conflictos geopolíticos, pandemias o catástrofes naturales.
• Reducción del impacto ambiental, especialmente por los efectos derivados del transporte internacional de mercancías a grandes distancias.
• Fortalece las economías locales, al generar empleo regional y fomentar la inversión en infraestructuras. Este proceso puede favorecer una distribución más equitativa de los recursos económicos, impulsando el crecimiento sostenible y equilibrado en regiones en desarrollo.
El mayor hándicap está en la capacidad de producción en los entornos más cercanos, especialmente en su impacto económico:
• Posible aumento de los costes de producción por múltiples motivos (falta de acceso a economías de escala, regulaciones laborales o medioambientales, etc.). El resultado sería producir más caro para el consumidor y con ello ser menos competitivo.
• Una política de regionalización excesiva puede llevar a un aumento del proteccionismo. Otros países pueden percibirlo como un ataque comercial, a la vez que también las empresas locales tendrán peores accesos a innovaciones externas y menos incentivos a innovar. El efecto a corto plazo es aumentar el coste global para el consumidor y a largo plazo una caída de la competitividad a nivel internacional.
Equilibrando globalización y regionalización
Las diferencias claras entre globalización y regionalización no implican elegir exclusivamente una sobre otra. En cambio, las tendencias actuales apuntan hacia un equilibrio estratégico buscando combinar las ventajas de ambas.
Estos modelos de regionalización o especialización inteligente buscan el equilibro:
• Manteniendo ciertas cadenas de suministro globales, especialmente en sectores con ventajas comparativas significativas a nivel internacional, pero también diversificados. Ya no solo hay que comprar barato, también hay que asegurarse de tener una variedad de procedencias que evite problemas de cuello de botella.
• Fortaleciendo las cadenas regionales, especialmente en sectores estratégicos como la seguridad nacional, la alimentación, la salud pública y tecnología que sea crítica.
El objetivo es crear un modelo híbrido que proporcione la flexibilidad para adaptarse eficazmente a posibles crisis globales, manteniendo simultáneamente la competitividad económica a la vez que promueva una mayor sostenibilidad ambiental y social.
Para ello, no se debe considerar a la globalización y la regionalización como fuerzas necesariamente opuestas, sino como tendencias complementarias que necesitan ser gestionadas estratégicamente. Ambas ofrecen ventajas significativas, pero también plantean desafíos que deben ser abordados adecuadamente.
En un mundo marcado por constantes cambios e incertidumbres, alcanzar un equilibrio entre globalización y regionalización se convierte en un imperativo estratégico para los países y regiones con el objetivo de construir economías más resilientes y sostenibles en el largo plazo.
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